Juan Ignacio Valdivieso Álvarez nació el 8 de noviembre de 1945 en Cúllar (Granada) y es el penúltimo de seis hermanos de una familia humilde de jornaleros. Con 18 años se instaló en una estada del barrio de Ca n’Oriac donde inició su trayectoria como luchador antifranquista, dirigente del PSUC y de Comisiones Obreras. Actualmente, continúa militando en los Comunes. Está separado, es padre de tres hijos y abuelo de una nieta.
Le entrevisto el pasado 31 de octubre en la redacción de iSabadell a la que viene cargado de papeles y fotografías por si le falla la memoria -me dice- con las fechas y los datos.
¿Cuál era la profesión de sus padres?
Éramos una familia muy humilde. Mi madre trabajaba como sirvienta en casa del médico del pueblo. Mi padre era trabajador del campo, jornalero. Era un hombre de izquierdas, En la Guerra Civil se apuntó voluntario en la Guardia de Asalto republicana. Granada fue uno de los sitios donde más se resistió a la insurrección o golpe de Estado. En la provincia de Granada algunos pueblos cayeron al principio, pero otros, como la zona de Cúllar y Guadix, cayeron después. También estuvo en la defensa de Madrid con el general Miaja.
¿Qué estudios tiene?
Bien pocos. Tenga en cuenta que empecé a trabajar con ocho años y solo fui dos años a la escuela del pueblo. Allí, aprendí rápido. El párroco quería que estudiase para cura, pero mi padre se opuso. Hasta los 12 años hice de pastor y después de jornalero en tareas de labranza y siega. Ya entonces me levantaba por las noches para oír Radio Pirenaica. De hecho, me saqué la primaria cuando hice el servicio militar.
¿Cuándo y en qué circunstancias vino a Catalunya?
Vine en 1963, inmediatamente después de las riadas. Me instalé en una estada de la en la calle Guadarrama, en la Molineta, en Ca n’Oriac. Entonces había una gran carestía de vivienda. La inmensa mayoría de los inmigrantes no venían con vivienda y se metían en las estadas que eran viviendas que se compartían con más gente. Eran como un piso donde vivía más de una familia con servicios comunes. Incluso había turnos para para fregar o para la cocina. Eran unas viviendas con unas condiciones pésimas. Las estadas proliferaron frente al déficit terrible de viviendas que había en Sabadell.
¿Cuáles fueron sus primeros trabajos?
Trabajé en varias empresas. La primera, donde trabajé tres años, fue en Talleres Xipell, de maquinaria para el textil, primero de aprendiz y donde me hice oficial fresador de tercera. Luego estuve un año y medio en Talleres Marlasca, también de maquinaria textil, donde trabajé de tornero y fresador. Fui despedido por un boicot. Entre 1969 y 1971 estuve como oficial de primera en FNV-FARCAN/Trimark y Tactores Massey Fergusson, de maquinaria agrícola, donde fui elegido delegado sindical. Más tarde, trabajé durante un año en Utillajes Boy, de máquinas-herramientas, donde también fui delegado sindical. Durante el 1973, estuve en Talleres Fontanet, de maquinaria textil, entonces el 10 de diciembre de 1973 fui detenido por mis actividades políticas y readmitido el 6 de febrero de 1974. Salí de la empresa en abril de 1975, para incorporarme a Dragados y Construcciones, donde trabajé año y medio, Hasta enero de 1977 y fui delegado del comité de empresa de la provincia de Barcelona.
Tuve que cambiar muchas veces de empleo porque estaba fichado y estaba en la lista negra. Desde 1980 fui responsable de empleo de la CONC y responsable de grandes empresas en el Comité Central del PSUC.
¿En qué circunstancias y cuando empezó su militancia política antifranquista?
En 1964 contacté con José Maria de la Juventud Obrera Católica (JOC) y asistí a algunas reuniones de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) con Andreu Vila y Álvaro García Trabanca. Después, en 1968, participé en la creación de las Comisiones Obreras Juveniles (COJ) en Ca n’Oriac con Rosa Ribell, Joselito, Pedro Martínez, Pepe García, Ramón Muñoz, Blas Ramírez. Jesús Llamas, Paqui Lorite y Carmen Prados. También, fui fundador de Centro Cultural del barrio con Dolores Benavente. Éramos jóvenes de Ca n’Oriac que provenían de la parroquia, gente cercana al párroco Josep María. También hacíamos charlas de concienciación. El Centro Cultural sembró la simiente de lo que fueron después Cristianos por el Socialismo.
¿Cuándo empezó a militar en el PSUC?
Hice el servicio militar, en 1966, en el Regimiento de Montaña Arapiles-62 en la Seu d’Urgell, allí conocí a Enrique Irazogui, alférez de complemento y actor que trabajó en la Pasión de Cristo de Pier Paolo Pasolini, que era del Partido Comunista, con quien tuve largas conversaciones. Ingresé en el PSUC en 1968, a través de Pedro Martínez, que era de Canarias y militante de las juventudes comunistas. Entonces conocí a personas que fueron determinantes como Manuel Morante, responsable de organización, Ramón Fernández, Francisco Aguilar o Joaquín Zamoro.
En el PSUC desempeñé diferentes responsabilidades. En 1970 estuve a cargo de tareas de formación, organizando el curso sobre el marxismo en Europa, centrado en el pensamiento de Gramsci. También, intervine en 1972, en el Comité de Estudiantes que estuvo en el origen de la huelga de 15 días de la Escuela Industrial que obtuvo una gran victoria. En 1973, fui responsable de unidad democrática y participé en la fundación de la Asamblea Democrática de Sabadell (ADS) en el Bosque de Togores.
Por otro lado, estuve en el Comité de Solidaridad junto a Cristianos por el Socialismo que buscaba la compatibilidad entre el marxismo y la teología de la liberación. Desde allí se organizaron las cajas de resistencia que jugaron un papel muy importante en los numerosos conflictos laborales largos y duros como los de Jaeger o Estampaciones Sabadell y la lucha contra la represión, las detenciones, las torturas, los despidos…Aquí participaban, entre otros Josep Esquirol, Remei Bona, García Trabanca, Carmen Vázquez, Pilar Ramon, Dolores Bengoechea o Manuel Ortiz (de la revista Can Oriach)
¿También participó en la fundación de Comisiones Obreras en Sabadell?
Sí, estuve la asamblea de Can Rull donde se decidió montar el sindicato, al que no pude incorporarme hasta acabar el servicio militar hasta diciembre de 1966. De hecho, fui delegado sindical en todas las empresas donde trabajé. Yo fui el primer secretario local de Comisiones Obreras de Sabadell, donde siempre he continuado.
Usted fue detenido en varias ocasiones ¿Puede explicarnos cómo sucedieron las cosas?
La primera fue el 9 de septiembre de 1970, por mi participación en la Jornada de Movilización en protesta por los tres trabajadores muertos en la construcción en Granada. En marzo de 1973 fui detenido y juzgado por alteración del orden público y condenado a pagar una multa de 750 pesetas por mi participación en una manifestación en Ca n’Oriac en solidaridad con los trabajadores de Térmica Besós.
El 10 de diciembre de 1973 en la jornada de lucha convocada por CC.OO contra la represión a raíz de proceso 1001 contra Marcelino Camacho. Nicolás Sartorius, Saborido y la cúpula del sindicato. Fui detenido junto a otros compañeros, a la Comisaria de la Policía, que estaba en la Rambla. A mí me dieron muy fuerte.
¿Quién lo maltrató? ?El comisario García?
Sí, era la época del comisario García y del Gitano, que eran como los hermanos de Creix de Sabadell. Me dieron bastante fuerte. Se ensañaron con mi estómago y me provocaron unas lesiones que me dejaron secuelas físicas. El doctor Simó, que me operó y también el señor Moix, me dijeron que no tenía explicación la úlcera que me había salido después. De allí fui a La Modelo donde coincidí con los 113 detenidos de la Assemblea de Catalunya. En la Comisaria de la Policía de Sabadell estuve tres noches, 72 horas, que era lo máximo que te podían retener. Cada noche me sacaban para calentarme físicamente y hacerme presión psicológica. Me amenazaron con la familia y con detener a mis padres. Bueno, no había que aceptar nada, porque si tú aceptabas, tiraban del hilo, entonces te machacaban y tenías que delatar a los compañeros. La consigna y la cultura del partido era cerrarte en banda.
Me pillaron con unas 200 octavillas en las manos que llamaban a la huelga y a un paro por la libertad de Marcelino Camacho y los sindicalistas del proceso 1001. Me pedían de dos años a seis meses y un día. Me defendió Toni Farrés, que lo hizo muy bien. Reconocí que tenía las octavillas, pero que no tenía intención de repartirlas, sino que me las había dado otra persona. La acusación pasó de 2 años a 6 meses y un día que es pena mayor, pero por la parte baja. Cumplí cuatro meses y salí con la primera amnistía de Suárez.
En marzo de 1975 me pusieron en libertad provisional, pero poco después estuve a punto de ser detenido por la Brigada Político Social que querían saber los nombres de los responsables de la célula de PSUC del Centro, pero no pudieron acusarme de nada.
Eso del lawfare que ahora está tan de moda ya existía entonces. Te detenían y te presentaban unos papeles para que firmaras tu propia acusación que era la base para que te pudieran imputar y procesar. A mí me presentaron tres confesiones y evidentemente no firmé ninguna. Por eso lo relaciono con lo que pasa ahora con los sectores más reaccionarios de los aparatos del Estado y cómo se propagan los bulos y las mentiras para buscar implicaciones por la vía del aparato judicial. Todo eso viene de la transición de gente venía del sindicato vertical y que se metió en el ámbito jurídico. Además, hay sectores de la judicatura o de la policía donde la democracia no ha llegado del todo. Por eso lo relaciono con lo que lo viví entonces.
Usted tuvo un papel muy destacado en la huelga general política del febrero del 1976 como en la huelga del metal de septiembre-octubre del mismo año. ¿Cómo recuerda esas grandes movilizaciones?
La Huelga General fue una explosión, una rebelión democrática, por los derechos de los trabajadores, contra la represión, por las libertades democráticas y donde fue muy importante la combinación entre métodos de lucha legales e ilegales. Aquí se había llegado a un nivel muy potente de avances democráticos, de avances en la lucha obrera, en la lucha por la democracia. Por ejemplo, en las elecciones sindicales de 1975, las candidaturas que impulsaba Comisiones Obreras sacaron un 78% de los votos. Eso creó una red de delegados y de comités de empresa. Este fue el motivo por el cual después, en la batalla por el control del sindicato vertical, les ganásemos a Diego Pérez y a los falangistas que se quedaron en la orilla y ocupamos el vertical. Eso coincidió con los movimientos que había a nivel de barrio, con las asociaciones de vecinos.
Entonces se vio que la dictadura ya no se aguantaba. Por eso, con la huelga cayó el alcalde franquista que se vio obligado a dimitir. En esa huelga se dio lo que nosotros llamábamos la confluencia de las fuerzas del trabajo y de la cultura que nos unimos. Y quien articuló todos eso fue el PSUC. Bajo el concepto de la unidad de las fuerzas del trabajo y la cultura, se generó una dinámica en Sabadell que explica la victoria del Toni Farrés y del PSUC. Fue muy interesante a todos los efectos para la historia de Sabadell y tuvo repercusiones muy profundas. Sabadell es una de las pocas ciudades de Catalunya donde la derecha no puede armar una mayoría que tenga base social y base política.
Cuando el intento de golpe de Estado del 23F de 1981, era responsable del partido de las grandes empresas y estuve en contacto con todas ellas. Montamos una especie de cédula amplia. Esa noche estuvimos en La Meridiana en Barcelona. Toda la gente, el núcleo principal. Aquí en Sabadell también hubo movimientos de un sector de gente, con mentalidad de campo y cazadores que venían con su escopeta. Organizamos una especie de red por si había que intervenir. Si las circunstancias te empujan a que cojas la pistola, pues coges la pistola. Y aquí, en Catalunya, la reacción nos la tenía preparada. Nos llegó la información de un listado de gente a detener.
Usted que lo vivió en primera persona ¿Cuáles fueron las causas de la ruptura del PSUC en 1981 con la escisión de los llamados prosoviéticos?
Yo fui elegido delegado de ese Quinto Congreso. Siempre, tanto en el PSUC como en Comisiones he estado en posiciones moderadas, pero siempre en la izquierda. ¿Y entonces qué pasó? Pues que fueron unos irresponsables. Tanto el ‘Guti’ [Antoni Gutiérrez Díaz] como Gregorio [López Raimundo] fueron unos irresponsables porque no asumieron una crítica legítima.
Mucha gente de base opinábamos que muy bien el Pacto de la Transición, porque se consiguió una Constitución y unos derechos que no existían. Una Constitución muy avanzada. Pero que se hizo con una cesión de identidades y de ideologías. La bandera de Franco no se tenía que ver. No se tenía que haber reconocido esa bandera. El pacto político era necesario y yo lo defendía porque nos daba una Constitución muy avanzada. Sin embargo, en las instituciones y en los aparatos de poder franquista se podía haber avanzado mucho más y que no se avanzó.
Vale que conseguimos una parte de derechos sociales y democráticos muy potente y que teníamos que pactar, pero ese pacto no tenía por qué comportar cosas como la cesión en la bandera y en las cosas de la identidad ideológica, sino que simplemente haces el pacto político. Y entonces hubo críticas, en las que yo estaba, que decíamos que era compatible el pacto político sin esas renuncias. Y entonces vino lo que vino y fue que el PSUC se partió por la mitad, no fue solo la escisión de un sector.
Usted nunca ha dejado la militancia política en la izquierda, en el PSUC, en Iniciativa per Catalunya, ahora en los Comunes. A la luz de su experiencia ¿Por qué las izquierdas siempre están metidas en peleas internas y escisiones?
Yo nunca he participado en decisiones que comportaran más división. Yo estoy donde estoy porque vengo de un tronco, de un hilo y yo de ahí no me salgo. Tengo aún el carné del PSUC. Y por supuesto hay mucha gente que tiene el carné y va por otro sitio. Creo que esto nos ha pasado porque no se parte de una base. Tienes que plantear, como ahora está propugnado Izquierda Unida, una política donde quepan todos. Una política de Frente Amplio, donde prevalezca el programa y donde los métodos sean democráticos. Participativo y democrático y que la gente sea elegida. Entiendo que debe existir una minoría técnica para gestionar, pero el resto de los cargos tienen que ser elegidos.
Todo eso tiene relación con el momento actual. En la izquierda ha habido una crisis muy potente, muy fuerte, totalmente irresponsable, que venía más de Podemos que de la rama donde yo milito. Por eso ahora yo estoy muy identificado con la propuesta de Frente Amplio de Izquierda Unida. Creo que esta es la alternativa para reunificar, confluir, para combatir a la derecha y a la extrema derecha y tenemos motivos de sobra para ello.
Estamos asistiendo a un golpe de Estado por trozos, se están creado las circunstancias desde sus poderes mediáticos, con bulos y mentiras, y con parte del aparato judicial, como ese juez Peinado. Esto es así y no se va a acabar. Su base principal es no aceptar la legitimidad democrática de los resultados electorales y entonces no hay ninguna posibilidad de acuerdo. Tienen que ser derrotados y hay que trabajar para derrotar a los actores conservadores que llevan el fascismo dentro.
La gente joven debe tenerlo claro, porque estas fuerzas reaccionarias no van a ceder.
Fotos: David Jiménez.