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Opinión de Esther Vivas: ‘Adiós Pedro, adiós’

ARTÍCULO DE OPINIÓN
Esther Vivas

Pedro Sánchez no ha sido investido presidente del Gobierno, ni lo será. Ha quedado claro tras el primer debate de investidura. El acuerdo-oxímoron que planteó,  ‘progresista’ y con Ciudadanos, con mucho marketing, mucha rueda de prensa y mucha tele, no ha conseguido, como ya se sabía, los apoyos necesarios.

Su jugada, escondida tras una sonrisa profidentica que no basta para encubrir la levedad de su proyecto, está por ver si le será rentable no ya al pobre Pedro que tiene, parece, los días contados tras su fracasado intento de ser investido jefe de gobierno, sino a su propio partido que ha quedado retratado y bien al lado de una formación que por no reconocer ni reconoce la violencia machista como tal. Toda una campaña recordando que Ciudadanos era de derechas… para acabar negociando, sin ninguna dificultad ni aparente contradicción, un paquete de 200 medidas.

Pedro Sánchez se ha jugado su carrera política al todo o nada, no tenía muchas más opciones de hecho tras ser repudiado y enfrentarse a la baronía del partido. Al fin, las presiones del Ibex 35 han sido demasiado fuertes para permitir una investidura real, que requería de un giro de 180 grados a las políticas económicas de su formación y de una salida política al debate catalán para contar con el apoyo de Podemos y las fuerzas independentistas catalanas.

Pedro se va, pero… Mariano también. La intervención del líder del PP ha sido la de una bestia acorralada, que huele de cerca a la muerte, su muerte política. Mariano parece tener pronta fecha de caducidad ya no solo al frente del gobierno, abandonado por sus ‘amigos’ del Ibex, sino al frente de su partido, cuestionado, aunque no siempre en voz alta, por sus “compañeros” políticos. Necesario sacrificio por el bien del país y el bien de la siglas. Ay Espe, cuánta razón tenías.

Asistimos al primer acto de una obra, que a partir del sábado volverá a levantar el telón. Si hasta ahora se ha impuesto el relato de investidura o elecciones, la segunda parte, y especialmente el último tramo, de la función puede dar un giro inesperado, de la que algunos, en ciertas latitudes, ya estamos acostumbrados. Lo decía sin más Soraya, cuando afirmaba que la semana que viene se abre una nuevo tiempo de diálogo entre PSOE y PP. Tendremos 60 días por delante, y la larga sombra del Ibex 35, y sus cantos de estabilidad política y económica, nos acompaña.

El poder financiero, su sistema bipartidista y la nueva muleta naranja tienen dos opciones, pero ninguna les garantiza a largo plazo la tan deseada estabilidad. Si hay nuevas elecciones, el riesgo salta a la vista: Podemos, En Comú Podem y en Marea, pueden sobrepasar a un PSOE sin credibilidad alguna. Si finalmente se opta por una gran coalición PP-PSOE-Ciudadanos, sin Rajoy ni Sanchez y con un técnico al frente, tendrán pan para hoy y hambre para mañana. Podemos y sus aliados quedarán como la única alternativa y la única oposición a un gobierno de ‘unidad nacional’ que socavará su propia base social a golpe de ‘reformas’ al servicio de las finanzas.

Mientras los de arriba cavilan, la política real, esa que no cobra comisiones ni sobresueldos, tan a menudo ninguneada y no bienvenida en los espacios de la llamada representación democrática, irrumpe sin pelos en la lengua, y con picos incluidos para asombro, y mucho, de algunos, en el Congreso. Antes, lo había hecho en plenos municipales y parlamentos periféricos. Vientos de cambio soplan, a pesar de los intentos de algunos por cerrar de golpe puertas y ventanas.

Foto portada: Pedro Sánchez durante su discurso en el hemiciclo. Autor: Congreso de los Diputados.

One Comment

  1. Está muy bien.
    Supongamos que tengas razón. Que Podemos dejá atrás al PSOE y se invierten las posiciones parlamentarias: 90 Podemos y “confluencias” y 64 el PSOE (si es que los desencantados no optan por la abstención como cabría esperar que hiciesen no pocos de ellos).
    Sería un gran éxito político para los impulsores de esas formaciones nuevas y una gran satisfacción (temporal) para sus electores.
    Semanas después, el gobierno que se formaría tendría como fuerza principal al PP, gracias a Ciudadanos y abstenciones varias.
    ¡Que gran triunfo para las clases trabajadoras y las ideas transformadoras! ¡Tendríamos varios años para seguir protestando! irónicamente es como aquella frase de que
    “Contra Franco se vivía mejor”.
    Llevo mis propias lentes y veo la realidad de acuerdo a ellas, no pretendo tener la razón -como si sólo existiera una válida-, y tamizada la realidad por el color de mi cristal veo las responsabilidades algo más compartidas.
    El fracaso de Sánchez no es sólo el de su acuerdo con Rivera. Comenzó algo antes, incluso algo antes de las presiones que padeció desde cuadros influyentes en el PSOE (que ciertamente “cubrieron de gloria” a sus instigadores y estuvieron a punto de hundir su barco común).
    Se inició al menos desde la lectura de los resultados en la noche electoral por Podemos. Con su conferencia de prensa para proponer un gobierno de izquierdas empleando un tono insultante con el presunto coaligado mayo, y en lo efectivo imponiendo qué ministerios deben componerlo, quien los ocuparía, que parte del PSOE debería desaparecer y cual pedir perdón (?).
    Me temo que tendremos tiempo para quejarnos. Tiempo para escuchar reproches sectarios, de todos, por la oportunidad perdida que en todos los casos se achacará al otro.
    A Pujol también le hicieron president en un Parlament en que PSC, PSUC y ERC eran amplia mayoría (y no había aspectos que les separasen como el proyecto de independencia hoy). Las justificaciones posteriores han sido diversas y las consecuencias de ello todavía perduran.