Manifestació a Barcelona amb banderes espanyoles i catalanes. Autor: ACN

‘Banderas’, por Manuel Navas

ARTÍCULO DE OPINIÓN
Manuel Navas. Sociólogo

Sabemos que la construcción de los estados fue y es un proceso complejo, fruto de distintos avatares (guerras, anexiones, bodorrios, juegos de tronos diversos, acuerdos diplomáticos infames, divisiones territoriales arbitrarias, etc.), llevados a cabo por reyezuelos, psicópatas y políticos-estadistas complacientes con el poder económico y con la sempiterna bendición de las religiones donde el pueblo, invariablemente, ha sido (y sigue siendo) la víctima propicia (masacres, genocidios, violaciones, saqueos…). Tropelías que han ido configurando la formación de los estados a lo largo del tiempo. Y no hay más. No existe ningún estado natural, ni surgido del Big bang, ni creado por ninguno de los dioses que la humanidad ha inventado a lo largo de la historia por lo que, es normal, que se hayan enquistado agravios en parte de ellos y que, en pleno siglo XXI, se reivindique constituir nuevos estados. En paralelo, cada estado se ha rodeado de su pack mitológico para acreditar su razón de ser dentro del cual encontramos las banderas (un trapo de colores con logo identificativo).

Sobre ese símbolo, conviene aclarar que llevar la bandera de un país democrático en la muñeca, el llavero, etc., (sea la que sea) y sentirse orgulloso de ser nacional de un determinado país democrático (sea el que sea) objetivamente significa haber interiorizado la identificación y pertenencia al mismo. No obstante insistir en lo de bandera y país democrático porque existen las que suscitan otras conclusiones como la esvástica (cruz gamada) que refleja el comulgar con la ideología nazi o la bandera impuesta mediante un golpe de estado (como la preconstitucional), que apunta a la añoranza de la dictadura que la impuso o, en otro orden, banderas que sectorizan a la población de un territorio como la “estelada” con la que se identifica el sector independentista y no todo “el poble català” (8 millones de seres humanos).

La peculiaridad de la actual bandera de España reside en que, en esencia, es la que restauró el dictador Franco tras su golpe de estado fracasado y la posterior guerra que acabó con la II República y la tricolor, si bien la Constitución Española del 78, para disimular su ilegítima y criminal imposición, sustituyó el logo del aguilucho por el constitucional. El truco del almendruco no caló entre quienes sufrimos la dictadura en nuestras carnes, ni para quienes defendemos que el pueblo debe decidir sobre el modelo de estado: república versus monarquía, tanto porque es más democrático elegir al jefe del Estado, como por el origen de esta última. De ahí que la bandera constitucional produzca emociones distintas: repelús para unos y aceptación, sin más, para otros. Cosa distinta es que PPVOX, pretendan apropiársela y utilizarla arrogándose portadores de la quinta esencial del españolismo (sin que expliquen qué se significa el palabro) pero que, si nos atenemos a sus mensajes y decisiones (cuando gobernaron España y ahora en las CCAA y ayuntamientos que lo hacen) se reducen a un retorno al pasado con el titular de “acabar con el sanchismo” sin explicar qué significa (quizás porque no lo saben o porque no tienen nada que proponer, salvo rezar el rosario en las puertas de Ferraz en manifestaciones frikis donde las haya): ¿rebajar el salario mínimo? ¿eliminar las subidas de las pensiones? ¿derogar la reforma laboral?, ¿amnistiar a sus políticos corruptos?, ¿construir aeropuertos sin aviones?, ¿perpetuar su CGPJ?, ¿derogar el impuesto a grandes fortunas?

Sin ánimo de dar lecciones sobre patriotismo (un concepto cuestionable y totalmente relativo), indicar que las banderas no hacen mejor patriota a nadie. Como hechos son amores, puede decirse, por ejemplo, que serían patriotas los promotores de medidas en favor del interés general (el interés de la mayoría), como la subida del SMI, la reforma laboral, la subida de las pensiones, etc., que afectan a millones de personas y que no lo serían quienes se oponen a ellas o regalan 60.000 millones a los bancos o conceden amnistía fiscal a sus amiguetes/defraudadores o desvalijan 60.000 millones de la caja de la pensiones o permiten muertes evitables en residencias durante la COVID-19 o expolian el Estado de Bienestar (recortes en sanidad, enseñanza, servicios sociales…), o pretenden derogar leyes que dotan a España de más libertad o son negacionistas climáticos, etc., como defienden PP-VOX. Poca bandera tienen para tapar tal cantidad de barbaridades.

No obstante, es falso y un grave error dictaminar que toda persona que exhiba la bandera española es facha o antidemocrática per se. Es fascista quien está a favor de una forma de gobierno totalitaria y/o antidemocrático quien no acepta un gobierno surgido de las urnas. Aquí y ahora, lo serían quienes llevan la bandera preconstitucional (franquista) y quienes llevando la constitucional rechazan el resultado de unas elecciones porque han perdido. Pero la mayoría de la gente que no entra en la espiral de broncas y crispación impulsada por PP-VOX y que, no obstante, hacen suya la bandera española (con reparos o sin ellos) no pueden ser tachada de fachas y/o antidemocráticos ¿quién tiene la potestad y con qué criterios para expulsar a personas del “edén democrático” por ello? Absurdo.

Por último, recordar que el hábito no hace al monje y que ninguna bandera (española, ikurriña, senyera, danesa…), por democráticas que sea, inmuniza contra comportamientos y actitudes, xenófobas, racistas, machistas, opresoras, etc. Más aún, en puridad, la existencia de banderas (y fronteras) lleva implícito connotaciones que cuestionan los valores democráticos al suscitar el “nosotros/ellos” o “los nuestros/los otros” que generan estereotipos nocivos para la convivencia y que son aprovechados por los discursos del odio para dividir y culpabilizar a los “otros” (los emigrantes como paradigma, pero no solo a ellos) de todos los males. Banderas, en fin, utilizadas como “pal de paller” para una imposible comunidad de destino en una sociedad clasista con intereses sociales, económicos y políticos contrapuestos en función de si has nacido en la cara buena o en la cara mala del mundo y donde la lucha de clases (o como quiera que se denomine en esta sociedad compleja) haberla, hayla (el 1% acumula el 82% de la riqueza global).

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Foto de portada: manifestació a Barcelona amb banderes espanyoles i senyeres. Autor: ACN.

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