Reseñamos la génesis de uno de los barrios de nuestra ciudad cuyas vicisitudes constituyen una muestra extrema de la nefasta política urbanística y de vivienda del franquismo.
Hasta finales de la década de 1950 los terrenos donde actualmente se alza el barrio de Espronceda estaban ocupados por campos de cultivo sobre todo de maíz, alfalfa, avena y cebada así como de tierras de pasto pertenecientes a diversos propietarios. Únicamente existían tres casas y dos almacenes ubicados donde ahora está el campo de fútbol.
El acuciante problema de la escasez de viviendas provocado por la inmigración procedente del sur de España, que condujo a la proliferación de infraviviendas y cuevas (más info: ‘Las cuevas de Sant Oleguer‘), generó que el alcalde franquista Josep Maria Marcet impulsara el plan que lleva su nombre de viviendas baratas para los recién llegados. En este marco, en 1958, se inician el proyecto de construcción del barrio. Según ha recogido Imma Santos, la Gerencia de Urbanización del Ministerio de la Vivienda notificaba el 7 de febrero de 1961 en el Boletín Oficial del Estado (BOE), la apertura de la información pública para los planes parciales de ordenación de los polígonos de Espronceda y San Bernardo.
En junio de ese mismo año, el alcalde Marcet dirigió una carta a Enrique Salgado Torres, director general del Instituto Nacional de la Vivienda, donde se quejaba del retraso en los planes previstos:
Después de casi tres años de la iniciación de los expedientes todavía no se ha liquidado a los propietarios las cantidades convenidas en forma de precio (…) Entretanto sigue a ritmo lento el trámite administrativo de urbanización de los polígonos sin que prácticamente se hayan iniciado las obras materiales que den a entender la proximidad de la fecha de su utilización (…) y esos polígonos deberían ser aprovechados para satisfacer necesidades cuya desatención no permite sentirme satisfecho en mi mandato, dada la gravedad del problema humano, cristiano y social”.
En respuesta a las inquietudes de Marcet, el gobernador civil le comunica en agosto de 1961 la aprobación del Plan Parcial de Ordenación del Polígono Espronceda. Ahora bien, para que éste fuera efectivo tenía que materializarse la expropiación de los propietarios de los terrenos. En enero de 1962 este procedimiento aún estaba en fase de tramitación. Entonces ya se había realizado el pago de 17 parcelas por valor de 6,6 millones de pesetas y estaban en curso otras nueve a un precio de 7,8 millones. Estos terrenos fueron comprados como suelo rústico a precios irrisorios, en algún caso de 90 céntimos el palmo, lo cual provocó que algunos propietarios recurriesen al Tribunal Supremo, que acabó dándoles la razón en mayo de 1965 y declarando improcedentes las expropiaciones realizadas en su día, pero cuando el barrio ya estaba edificado.
La construcción del barrio estuvo a cargo de la Obra Sindical del Hogar (OHS) en colaboración con el Instituto Nacional de la Vivienda. Inicialmente estaba prevista la edificación de 2.002 viviendas pero finalmente se construyeron 1.461 pisos en 404 bloques de 17 plantas y el resto de cinco y diez que constarían de tres y cuatro dormitorios, cuarto de estar, baño y aseo;. además de 12 locales comerciales. El Polígono Espronceda se construyó en tres fases: Sadem se encargó de 1.060 viviendas, Becosa de 195 y Entrecanales de 224. Estos bloques se levantaron siguiendo distintas técnicas. Los edificios de paramentos prefabricados unidos por junturas se mezclaron con los de hormigón y con los de estructura metálica. Éstos últimos disponían de una retícula de hierro armado que en contacto con el yeso en vez del hormigón sufrieron un proceso de oxidación que en poco tiempo pusieron en peligro su estructura. El Plan de Ordenación contemplaba la total urbanización del barrio con agua corriente, electricidad, viales y transportes públicos, así como un mercado, escuela, guardería y zona deportiva.
La riada de la noche del 25 al 26 de septiembre de 1962 provocó en Sabadell 30 muertos y 200 heridos, así como la destrucción total de un centenar de viviendas y nueve centros de trabajo y parcial de 40 casas y 12 fábricas. Unas pérdidas materiales evaluadas en 1.000 millones de pesetas. La catástrofe provocó la aceleración de la construcción del Polígono Espronceda.
Franco en el Polígono
El 21 de junio de 1963, Francisco Franco realizó su cuarta y última visita a Sabadell. En el programa de actos constaba la inauguración del Polígono Espronceda. Después de la recepción en el Ayuntamiento y visitar las fábricas reconstruidas, se dirigió a Espronceda donde las obras no estaban acabadas y se continuaba trabajando. El trayecto desde la carretera de Barcelona estuvo jalonado por una fila de personas que le aclamaban, algunos traídos en autocar desde diferentes puntos de Catalunya. En Espronceda se congregó una gran multitud, se colgaron numerosas banderas españolas, grandes retratos de Franco, arcos y pancartas de bienvenida. También se estacionó la flota de taxis de la ciudad, que hicieron sonar los cláxones, mientras la Banda Municipal interpretó el himno nacional. El dictador inspeccionó una vivienda preparada al efecto donde se habían instalado muebles, televisión, cocina… desde el balcón del piso pronunció un discurso en el que prometió a los futuros habitantes del barrio que dispondrían de una vivienda como aquella. No obstante, apenas marchó se llevaron los muebles y los electrodomésticos.
Los primeros habitantes del barrio empezaron a instalarse al inicio de 1964 cuando las obras aun no estaban finalizadas. En principio los pisos estaban destinados a los damnificados por la riada y se les daba el piso en propiedad mediante el pago de cuotas mensuales. No obstante, se dieron casos de reventa de las viviendas adjudicadas. Los demandantes de vivienda habían de reunir una serie de requisitos de carácter económico y estar afiliados al Sindicato Vertical. Además, se reservó un determinado porcentaje de pisos a funcionarios del Movimiento, ex combatientes, mutilados, viudas de caídos y familias numerosas. Más de la mitad de los habitantes del barrio proceden de Andalucía, muchos de los cuales de la localidad granadina de Loja y malagueña de Antequera, También los extremeños y murcianos están notablemente representados.
Ahora bien, muy pronto se evidenciaron las deficiencias en la construcción de las viviendas con materiales de pésima calidad y la ausencia de servicios públicos básicos. Las calles estaban sin asfaltar o insuficientemente asfaltadas, el alumbrado público brillaba por su ausencia y de los equipamientos proyectados no había ni rastro. De hecho, las obras del Colegio Nacional Espronceda no finalizaron hasta octubre de 1967. El ambulatorio más próximo se hallaba en la calle Lepanto, para ello se había de atravesar la calle Girona y, debido a la ausencia de semáforos, se produjeron numerosos accidentes. Los vecinos se manifestaron en diversas ocasiones para reclamar un ambulatorio para el barrio hasta que finalmente se construyó el de Sant Fèlix en la carretera de Barcelona. Las deficiencias en el servicio de basuras convirtieron las proyectadas zonas verdes en auténticos vertederos donde proliferaban las ratas.
Respecto a las viviendas pronto empezaron a aparecer graves deficiencias como grietas entre las piezas prefabricadas por donde se filtraba el agua produciendo humedades que ennegrecían las paredes. Las cajas de las ventanas también se agrietaban y las persianas se salían de sitio. Además, los ascensores imprescindibles para bloques con tantas plantas estaban continuamente averiados y no funcionaban. Los médicos de la Seguridad Social se negaron a dar asistencia en las viviendas donde no se podía subir en ascensor, al igual que los repartidores de butano de manera que para disponer del gas se subían las bombonas de butano con cuerdas hasta los pisos con el evidente peligro que esto representaba.
Huelga de pagos
Hasta diciembre de 1969 los vecinos de barrio pagaban una cuota de manutención por los servicios de portería, jardinería o ascensores de 150 pesetas mensuales. A principios de enero de 1970 en la oficina de la OHS donde se pagaban estas facturas se colgó una nota donde se informaba que, según las categorías en metros cuadrados, las cuotas se incrementaban en concepto de amortización en 877, 970 y 1.100 pesetas mensuales. Hemos de tener en cuenta que entonces el salario de un obrero textil se situaba entre las 3.500 y 4.000 pesetas.
Esta medida provocó una enorme oleada de indignación. El vecindario reunido en la parroquia de San Juan Bautista decidió dejar de pagar, una determinación que fue seguida de manera prácticamente unánime. Justamente de esta asamblea nacería la Asociación de Vecinos y se sucedieron las asambleas vecinales vigiladas por agentes de la policía en previsión que tras estas reivindicaciones existiesen motivaciones políticas.
Además, los vecinos decidieron dejar de pagar las facturas de la compra de las viviendas y reclamar al Ministerio de la Vivienda un contrato legal. Una huelga de pago –por así decirlo- que se mantendría hasta finales de 1993. La segunda condición que no se podía satisfacer debido a que, sobre los terrenos edificados pesaba la sentencia del Tribunal Supremo de expropiación indebida de los antiguos propietarios. Una cuestión que finalmente se resolvió en noviembre de 1971 cuando se aprobó una nueva valoración de las expropiaciones. Cuando se efectuaron los pagos a los propietarios en julio de 1972, los terrenos del barrio pasaron a ser legalmente propiedad del Instituto Nacional de la Vivienda.
Para reprimir esta falta de pagos se intentaron realizar diversos desahucios ninguno de los cuales llegó a verificarse tanto por motivos legales ya que formalmente no existía un contrato y sobre todo por la resistencia y la solidaridad de los vecinos que los impidieron con su presencia física. Finalmente, la oficina de la OSH tuvo que cerrar.
Movilizaciones vecinales
La Asociación de Vecinos reunió datos sobre la situación de las viviendas y los servicios del barrio. La oferta de la OHS de invertir 2,5 millones en “reparaciones extraordinarias” fue desestimada por los vecinos pues las consideraron una “chapuza” manifiestamente insuficiente para paliar las graves deficiencias que, en algunos casos, suponían un peligro sanitario como los bajos inundados por aguas corrompidas o los vertidos en los espacios sin edificar. Además se reclamaba un centro social para reuniones y actos culturales.
La situación sanitaria llegó al paroxismo al declararse dos casos de meningitis infantil. Los balcones del barrio se poblaron de pancartas con lemas como “no queremos ratas, queremos jardines”.
A finales de 1973, el BOE anunció la adjudicación de las obras por un valor de 100 millones de pesetas para reparar los desperfectos en las viviendas, arreglar los ascensores y urbanizar las calles. La empresa Boetticher y Navarro empezó la reparación de los ascensores, pero después de desmontar los pocos que funcionaban, desapareció llevándose todo el material. Esta fue su respuesta a la falta de pago por parte de la administración por sus trabajos en otros barrios. Por otro lado, la empresa encargada de realizar la urbanización se plantó al valorar que el presupuesto no cubría las obras.
Así estaban las cosas cuando en mayo de 1976, se disuelve la OHS y el Polígono Espronceda pasa a depender del Instituto Nacional de la Vivienda. Según los testimonios recogidos por Imma Santos, se notó un cambio positivo, los técnicos no eran fascistas recalcitrantes y no estaban enfrentados a las asociaciones vecinales. Un mes después de este cambio unos 200 vecinos ocuparon la sede de la Delegación Provincial de la Vivienda en Barcelona y de este modo se consiguió la prolongación indefinida del servicio de ascensores.
Las obras de urbanización y asfaltado, por valor de 50 millones de pesetas, se adjudicaron a la empresa Castells y Panasfalto que suspendió pagos en 1976 dejando las calles levantadas, llenas de barro, con las alcantarillas al descubierto. Ante el desinterés de las autoridades, las movilizaciones de los vecinos se radicalizaron. Según el testimonio, recogido por Imma Santos, de Francisco Sánchez, miembro de la Asociación de Vecinos:
Vinieron tres representantes del Ministerio. Nosotros éramos unos 20. Como que las calles estaban enfangadas y no había luz, los llevamos a un lugar donde había una especie de pozo. Nosotros no nos metimos, pero ellos, que no conocían la zona, cayeron en el agujero de unos 60 cm. de fondo. Así conseguimos que pusiesen la luz”.
Además, el delegado se comprometió a reparar las calles. Desde entonces se sucedieron las movilizaciones vecinales, en tres ocasiones se manifestaron con velas para denunciar la falta de alumbrado público donde se gritaba “viviendas dignas” o “ministerio ladrón”. Durante semanas se sucedieron los cortes de tráfico en el Paseo Espronceda y la carretera de Barcelona.
El Informe Verde
En septiembre de 1978, el Misterio de la Vivienda encargó al Ministerio de Obras Públicas un proyecto de reparación de las viviendas y urbanización del barrio por valor de 242 millones de pesetas. Aunque, tras el fiasco de Castells y Panasfalto, se decidió no aceptar ninguna obra sin el consenso de la asociación vecinal. Este proyecto fue bautizado como el Informe Verde por el color de su portada.
Los retrasos en la ejecución de las obras motivaron diversas protestas ante la delegación el Ministerio y diversos cortes de tráfico en la carretera de Barcelona. Finalmente, las obras se iniciaron en 1982. En una primera fase se procedió a la pavimentación de las calles; posteriormente las reparaciones de las viviendas y la construcción de los equipamientos y locales comerciales. Ahora bien, existían problemas de fondo irresolubles como los tres bloques de pisos afectados por la aluminosis que serían derruidos en 1990.
Otra de las reivindicaciones pendientes era la de la construcción de un local social. De hecho, el primer local de la Asociación de Vecinos fue la oficina de pagos de la OSH, en el edificio conocida popularmente como de las viseras, que fue ocupada por los vecinos. Tras diferentes acciones reivindicativas se organizó un concierto a cargo de la Orquesta Plateria que hubo de actuar en el tráiler de un camión a causa de la negativa del Ayuntamiento a ceder una tarima. La fiesta acabó con una sardinada popular.
Finalmente, se llegó a un acuerdo con Caixa de Catalunya que quería abrir una sucursal en el barrio. De este modo, en 1980 la entidad financiera, obtenía un local en los antiguos locales de OSH y a cambio se comprometía a construir una sala de lectura, el Club d’Avis Sant Jordi y una sede para asociación vecinal en la actual plaza de Rogelio Soto, conocida popularmente como la “plaza de los gitanos”. Ello no estuvo exento de polémica pues algunos vecinos reivindicaban este espacio como zona verde.
En junio de 1981, Josep Maria Cullell, conseller de Política Territorial i Obres Públiques de la Generalitat, acompañado por el alcalde Antoni Farrés y representantes de la asociación vecinal realizan una visita al barrio donde comprobaron la desastrosa situación del barrio. Esta visita sería el preámbulo del traspaso de competencias a la administración autonómica y conduce que se realizasen algunas mejoras como la implementación del alumbrado público provisional inexistente desde 1976. Además se acuerda la iniciar reparación de la urbanización en cinco años que finalizaría en 1985.
Justamente, en junio de 1985, la empresa pública dependiente de la Generalitat, ADIGSA, se hace cargo de las viviendas y barrios construidos por la OHS, entre ellos Espronceda. Ahora bien, la historia de las realizaciones de ADIGSA y sus relaciones no siempre armoniosas con la Asociación de Vecinos, serán objeto de otra entrega de esta sección.
Bibliografia
CASTELLS, Andreu. Sabadell, informe de l’oposició. El franquisme i l’oposició sabadellenca (1939-1976). Edicions Riutort, Sabadell, 1983.
DOMÈNECH SAMPERE, Xavier. Quan el carrer va deixar de ser seu. Moviment obrer, societat civil i canvi polític. Sabadell (1966-1976). Publicacions Abadia de Montserrat, 2002.
SANTOS, Imma. Espronceda. Sabadell. Generalitat de Catalunya. Departament de Benestar Social. Adigsa. 1995.
El Bergantín de Espronceda, 3ª etapa, n. 15. Noviembre-diciembre, 2007. https://www.avvespronceda.org/berganti/Revista15.pdf