Tengo un profundo malestar en el cuerpo desde el mismo momento en el que conocí que una anciana había muerto en su casa de Reus como consecuencia de un incendio ocasionado por unas velas que paliaban la oscuridad de su piso. El suministro eléctrico había sido interrumpido por impago y la compañía Gas Natural parece que no había informado a los Servicios Sociales del Ayuntamiento que es lo que se hace en estos casos. Se llamaba Rosa y se ha convertido desgraciadamente sin ella saberlo en un símbolo de los crímenes que se están cometiendo impunemente en nuestro país. Me imagino sus últimas semanas de vida en la miseria de un pequeño hogar, envuelta en una manta, sin más ilusión que ver pasar los días, sin ningún atisbo de esperanza y con muy poco que echarse a la boca. Con su dignidad herida de muerte quizás ya no pudo soportar más la idea de arrastrarse para pedir la ayuda por el corte de la electricidad. Ya tenía suficiente con estar marcada lo que le quedaba de vida por la huella de los Servicios Sociales teniendo que pasar la vergüenza de poner la mano para poder sobrevivir. De verdad que me siento mal. Hasta parece extraño que sienta indignación y tristeza por una desconocida pero soy incapaz de borrar de mi imaginación el sufrimiento de Rosa. No le pongo cara pero no es necesario. Un efecto colateral de la malparida y mal llamada crisis que compañías eléctricas, bancos y personas con nombres y apellidos están auspiciando bajo el estandarte del Partido Popular y de Mariano Rajoy y sus seguidores. Me pregunto qué pensaran esos cinco millones de votantes del PP al conocer esa muerte. Es indudable la negligencia de las autoridades políticas al no apoyar, como se hace en todos los países, leyes que aminoren la vulnerabilidad de familias con pocos recursos. Parece que esos 426 euros de renta mínima son la panacea, cuando en realidad cada vez son más las entidades que alertan de la pobreza de personas con trabajo.
Se calcula que más de 4000 personas murieron en 2015 a causa de la pobreza energética especialmente por incendios y enfermedades derivadas de una temperatura muy baja en sus hogares. ¡4000 personas! Se dice pronto pero para mí son como 4000 puñales clavados en todas las partes de mi cuerpo. Parece ser que para las eléctricas, que cortaron la luz a 653.772 hogares en 2015 y tuvieron más de 5000 millones de euros de beneficio, las prioridades no son más que enriquecerse, aumentar las tarifas y, en definitiva, robar. Ahora mismo deben estar preocupadas por el impacto mediático y con la pérdida de beneficios o de clientes por la muerte de Reus, más que de poner las bases para que nunca más ocurra una desgracia de este tipo. La carroña es lo que tiene. Se alimenta de la desgracia de los demás y cae en picado sobre los más débiles para chuparle hasta la última gota de sangre.
Es indignante la manera como los peleles del gobierno han sabido manejar los discursos para que nos creamos que pedir un trabajo digno, una vivienda digna y una renta digna constituyan un acto terrorista. Han cambiado las leyes para que la protesta sea tipificada como delito y la salida a las calles poco menos que un acto criminal. Que no se equivoquen los que de momento nos tienen con la soga atada al cuello. Rosa está muerta y los criminales tienen nombres y apellidos y tarde o temprano pagarán por ello. No obstante, los ciudadanos tenemos que ser cada vez más conscientes de que Rosa somos todos, que la vulnerabilidad se extiende como una mancha de aceite y el ataque se está produciendo contra todos. Hoy mismo leo que el Gobierno prepara leyes para reducir las pensiones a la mitad. No es una broma. El globo sonda está lanzado y si no reaccionamos se convertirá en una realidad muy pronto.
Por este motivo es tan importante que respondamos a la embestida de manera contundente. Cada uno en la medida de sus posibilidades, con llamadas telefónicas a las responsables del asesinato, con cambio de comercializadora, con cartas a sus directores generales y apoyando las iniciativas que desde entidades y partidos políticos se propongan. Nuestra obligación como personas es comprometernos con la falta de dignidad de empresas y de personajillos que como Felipe González hace tiempo que perdieron la vergüenza y la dignidad. Tenemos el deber de hacerlo por Rosa, por nosotros y por nuestros hijos. Y eso incluye implicarnos en la defensa de esa dignidad malherida y humillada.
Aunque gran parte de la ciudadanía ya no crea en sus políticos es todavía la herramienta que nos queda y por eso hay que obligar a los que se sientan en los escaños del Congreso de los Diputados a que den la cara por las personas para que de una vez por todas legislen a favor de las más empobrecidas. No se pide una utopía. En gran parte de Europa nunca se cortan los suministros básicos a quien no puede pagarlos. Y así debe ser. Mientras tanto, hoy mismo se convoca a los ciudadanos a protestar por la muerte de Rosa ante las oficinas de Gas Natural. En Sabadell, el martes 22 a las 19 horas en la Plaça del Gas. Tenemos libertad para ir o para quedarnos en casa. Allá cada uno con su conciencia, pero no olvidemos que, lejos de tratarse de un aforismo, Rosa somos todos.
Asensio, das la impresión de ser un carroñero, uno de esos que aprovechan las desgracias ajenas para hacer público lo buenista que eres. Casos como el de la pobre señora se dan cada año en Cataluña, con o sin pobreza energética y tienen más relación con el abandono y soledad en que se encuentran muchos de nuestros ancianos, no sólo por la administración sino vergonzosamente en muchos casos por sus propias familias. También tocas el tema de los 426 euros, seguro que tú no los han cobrado nunca, yo es la primera vez que he tenido que pedirlos, nunca pensé llegar a esto, pero con mi edad (49 años) y mi justito paso por el colegio, los trabajos mal pagados a los que puedo aspirar están cubiertos por extranjeros, que trabajan más por menos, que no se quejan si no les pagan las horas extras, que no se quejan si trabajan 14 horas y sólo los aseguran por dos. Cinco millones de estas personas en España, más los ilegales que a esos ya no los cuento, imposible que las clases populares del país podamos competir con ellos en el mal llamado mercado laboral, imposible que con tanto esclavo importado los trabajadores libres podamos tener sueldos dignos. Los que no somos propietarios de campos de algodón no necesitamos esclavos que nos recojan el algodón. Vosotros, Asensio, los bien situados, sí que necesitáis a esta gente para que limpien vuestras casas, poden vuestros jardines y cuiden a vuestros mayores por cuatro duros sin límites de horas. La única satisfacción que tengo es que esta gente ya empieza a competir en el segmento del mal llamado mercado laboral que tú ocupas, no sé cuento se tardará, pero es cuestión de tiempo que los buenistas como tú alcancéis la cota de los 426 euros.
No entiendo la rabia del la tal Marta hacia Asensio. Podemos estar más o menos de acuerdo con lo que dice pero de ahí a casi insultarlo me parece demasiado fuerte. Se desprende además un discurso totalmente racista de tus palabras, Marta, si es que eres Marta o un sucedáneo.
Desearle a Asensio que caiga en la miseria te hace a ti muy miserable. Dudo mucho que tu estés en esa miseria. Es muy patético que expreses ideas y situaciones que tu no tienes. Para mi, el máximo respeto por las personas que estan en situación de vulnerabilidad y de pobreza.
A tus palabras necias, oídos sordos y todos a la manifestación de mañana en la Plaça del Gas.
Lo dicho, carroñeros que se sustentan de las desgracias ajenas. En cuanto a lo otro, todo lo solucionáis con la palabra todopoderosa, xenofobia. La globalización es imparable y también os llegará a vosotros.